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Fe

Dr. Richard Hays

Notas del mensaje




SOMOS HEREDEROS


Ahora vamos a hablar de un concepto muy importante para nosotros los creyentes; sin este concepto nada es posible. De lo que vamos a hablar ahora es de la Fe. La Fe es muy fácil de entender, tener Fe es estar convencido de algo y actuar según esa convicción. Hebreos 11:1 dice “…Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve…”. Cuando estoy convencido de algo, esta convicción se vuelve como una base sobre la cual yo puedo actuar. Por ejemplo, imagina que un tío te dice: “Te quiero regalar un carro” tú le preguntas: “¿De veras me quieres reglar un carro?” Tu tío confirma: “Sí, te lo quiero regalar sin restricciones” si tú crees lo que tu tío te está diciendo harás algo que indique que lo has creído, quizá decirle a tu tío: “¡Perfecto! Aquí déjame las llaves” o ¡Vamos a firmar la factura y a poner todos los papeles en orden! Cualquier actividad que requiera tu certeza será lo que permita que las cosas sean ciertas para ti.


Todo lo que acontece en la Biblia sucede a través de Fe. Dios no nos pide que hagamos algo o que nos esforcemos por alcanzar algo, Él nos pide que entendamos lo que Él ya ha hecho; que lo entendamos a tal grado que se convierta en una certeza para nosotros y que actuemos movidos en esta certeza.


2 Pedro 1:4 dice: “…Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina…”. Dios ha prometido cosas (como el tío del ejemplo), si tú crees en estas promesas y actúas en ellas se vuelven activas en ti y producen una nueva realidad. En capítulos anteriores he hablado del “Ser heredero” y mencioné que el tiempo y las oportunidades no me permiten ser súper millonario pero ¿Esto quiere decir que no puedo serlo? A través de mis esfuerzos no puedo, en cambio si alguien me hereda $ 5; 000,000 de dólares me convierto en multimillonario: “Pero, aunque soy heredero necesito la dimensión de Fe para recibir mi herencia y usarla o gastarla”.


La Biblia nos dice que Dios nos ha dejado una herencia, tú puedes ver que en la Biblia dice “TESTAMENTO”, esta palabra significa “Herencia”. Nosotros sabemos que es necesario que la persona que va a dejar la herencia muera para que quien va a heredarla pueda poseerla, también sabemos que Jesucristo murió para que tú herencia sea vigente.


¿Entiendes la importancia de la Fe? Jesús constantemente decía: “Si puedes creer podrás hacer esto”. En la Biblia dice que Jesús una vez fue a visitar el pueblo en el que creció; cuando la gente veía a Jesús pasar decían: “Mira allí va el hijo de José el carpintero”, la gente no veía a Jesús como el Mesías, lo veían como a cualquier otro hombre de esa ciudad, la Biblia dice que Jesús estuvo asombrado de la incredulidad de esa gente al grado que Él no pudo hacer ningún milagro grande en Nazaret.


Romanos 1:5 dice: “…y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre…”. El apóstol Pablo escribió más de la mitad del Nuevo Testamento y en este pasaje dice: “Lo más importante en mi vida y ministerio es poder producir sencilla Fe” en otras palabras, lo más importante es ayudarte a entender que todo lo que Dios te da, lo hace a través de la herencia y todos los regalos se reciben por medio de la Fe. Podemos dividir la herencia que Dios nos dio en tres dimensiones:


1. SER. El primer lugar en el que debes poner tu Fe es tu nueva identidad: ¡Eres un hijo de Dios! Juan 1:12 dice: “…Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios…”. Cuando Jesús tomó tu pecado y te sustituyó en la cruz, te permitió NACER DE NUEVO y te ha regalado su estado: “Sin pecado”. El primer lugar en el que debes ejercer tu Fe es en el nuevo ser o estado que Jesús te está dando. En una familia real (rey, reina) cuando un niño nace, le otorgan un título “Príncipe, Duque, Conde, etc.”, El bebé nació y se le otorgó el título, el bebé no hizo nada para que este título le fuera dado, sólo por haber nacido en la familia real lo merece.


Cuando nos volvemos cristianos, hay títulos que podemos recibir sólo a través de una sencilla Fe. Uno de esos títulos es “Hijo de Dios”; no es necesario que hagas algo, solo por haber nacido de nuevo te es otorgado este título. Tu herencia te permite SER lo que no hubieras podido ser a través de tus esfuerzos.



2. TENER. Por ser hijo del Rey, tus recursos y oportunidades son mayores a las que cualquier otra persona tiene. Efesios 1:3 dice: “…Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo…” Todo el contenido del cielo es nuestra herencia. Por ser hijo de Dios, tus recursos y oportunidades superan a las de las personas normales.


3. HACER. Por ser hijo de Dios y tener sus recursos, puedes hacer todo lo que antes no podías hacer. Es muy común que los creyentes usen su Fe para obtener cosas, pero la Fe fue diseñada para SER personas diferentes. Todo el cambio que estás esperando radica allí, en quién eres. La Fe te permite SER hijo de Dios, sin pecado, con la naturaleza de tu Padre. Por ser hijo de Dios tus recursos cambian y puedes HACER lo que antes no te era posible. Pablo está diciendo: Mi meta es ayudarte a producir Fe para que seas alguien diferente, para que tengas algo diferente para que hagas cosas diferentes.




Voy a abordar uno de los pasajes bíblicos más bonitos y al mismo tiempo más mal entendidos por los creyentes; este pasaje se encuentra en el Nuevo Testamento: Juan 6:28 “…Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? …” los discípulos han estado con Jesús un buen tiempo, han escuchado sus discursos, han visto el impacto que Jesús ha tenido en la gente que lo escucha, han visto su relación con el Padre, han visto a Jesús y le preguntan ¿Qué debemos hacer para obrar como Tú lo haces? Estoy seguro de que casi todas las personas que han leído las obras de Jesucristo se han hecho esta pregunta, incluyéndote a ti: ¿Cómo le hago para lograr hacer lo que Jesús hacia? ¿Qué debo hacer para poder vivir el estilo de vida de Jesús?, mira la respuesta de Jesús en el versículo 29: “…Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado…”

La respuesta de Jesús es muy diplomática pues básicamente nos dice: Si quieres hacer lo que yo hago, debes creer en la persona que el Padre ha enviado y ¿Quién es la persona que el Padre ha enviado? ¡Jesús!. Si observas la respuesta de Jesús te darás cuenta que Él está diciendo: No hay nada que hacer. Tal vez los discípulos estaban pensando: “Quizá debo ayunar cada 10 días, o tal vez orar 6 horas diarias, o a lo mejor leer 20 capítulos de la Biblia al día.

Los discípulos creen que necesitan hacer algo para vivir en el estilo de vida de Jesús, pero Él (Jesús) aprovecha este momento para corregirlos (y espero que a ti también) y decirles: El asunto de vivir como yo vivo no tiene nada que ver con “hacer”, no tiene nada que ver con esfuerzos religiosos, sino que tiene que ver con lo que crees. Cuando yo leí este pasaje me impactó mucho, pues estaba entendiendo: “No es lo que hago” “Es lo que creo”. Si queremos hacer lo que Jesús hace, debemos creer lo que Jesús cree; Proverbios 23:7 dice: “…Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él…” es decir, todo lo que hacemos es el resultado de lo que creemos. Ahora la pregunta que nos estamos haciendo es ¿Qué es lo que cree Jesús? Yo le hice esa pregunta y escuché su respuesta:


a) Yo creo que no tengo pecado, fui observado por más de tres años y nadie pudo señalarme ninguna transgresión a la ley de Dios; jamás he pecado por lo tanto soy santo. La Biblia dice que sin santidad nadie verá al Señor, pero yo soy santo y por eso tengo una tremenda relación con mi Padre.


b) Por no tener pecado me siento 100% aceptado, no me siento rechazado y tampoco siento auto rechazo; me acepto tal y como soy y sé que mi Padre me acepta también, por eso tengo una fuerte comunión con Él.



Cuando escuché la respuesta de Jesús yo le dije: Yo he entendido lo que hiciste en el calvario, entiendo lo que hiciste cuando estabas crucificado; entiendo los sacrificios del Antiguo Testamento, cuando el oferente ponía su mano sobre el animal inocente, el cual te simbolizaba a ti, y confesaba sus pecados; estos eran traspasados al animal y la inocencia del animal se le traspasaba al oferente; de la misma manera cuando yo creí en ti yo puse mi mano sobre ti, confesé mis pecados y te fueron traspasados a ti. En este momento de CREER, algo sobrenatural estaba pasando, yo tomé mi ESTADO pecador y lo traspaso al Señor Jesucristo. Por CREER en el sacrificio de Jesús yo me he liberado de mis pecados, pues ¿Cuánto de mi pecado he puesto sobre Jesús? ¡TODO! En ese momento en el que tienes la “sencilla fe” para depositar tu pecado sobre Jesús al 100%, Él te está entregando una nueva dimensión de SER, pues en el momento en que tú le entregas tu ESTADO pecador, Él te traspasa su ESTADO DE SANTIDAD a ti, sin que tengas que hacer nada, sin esfuerzos, solo por CREER.


Recuerdas que en uno de los temas anteriores hablé de que todo produce según su género. Mi género era pecador y lo que yo producía eran cosas egoístas, carnales y pecado, pero ahora mi estado es SANTO y produzco santidad. Esto es lo que Jesús dijo en Mateo 12:33 “…O haced el árbol bueno, y su fruto bueno…” Ahora yo tengo el ESTADO de Jesús y he comenzado a practicar su estilo de vida.


Tú, que me lees ahora mismo me puedes preguntar: ¿Cuánto de tu pecado pusiste sobre Jesús? mi respuesta será: ¡TODO! Puse todo mi pecado encima de Jesús, me vacié completamente en Él, y el resultado o la consecuencia es: ¡NO TENGO PECADO! El estado de Jesús ahora también es mi estado.


En los sacrificios del Antiguo Testamento el oferente, una vez que confesaba todos sus pecados sobre el cordero, debía “concluir” “No tengo pecado” pues todo había sido traspasado a la víctima inocente, por esa razón sería sacrificado el cordero, pero si el oferente no CREIA esto, el sacrificio no servía de nada ¿Entiendes el peso de lo que te estoy diciendo? Nosotros creemos en el sacrificio de Jesús y creemos que Él nos quitó todos nuestros pecados, por eso muchas personas sienten una profunda paz cuando se hacen cristianos.


Cuando tú y yo pusimos nuestra mano sobre Jesús y confesamos nuestro pecado, nosotros le dimos a Jesús estos pecados, nos los quitamos y se los pusimos a Jesús, ahora te quiero preguntar ¿Hubo algo que se nos dio (traspasó) a nosotros? Tú y yo entregamos algo ¿Hubo algo que se nos entregó a nosotros? La respuesta es: ¡SI! Sin esfuerzos, solo por el poder de una sencilla fe, Jesús nos traspasa su santidad, nosotros no hicimos nada, Jesús lo hizo por nosotros y nos lo heredó, nos lo traspasó.


Jesús puede tener una relación estrecha con el Padre porque no tiene pecado, porque es Santo, esto quiere decir que ahora tú y yo también podemos tener una relación estrecha con el Padre, pues hemos sido santificados por medio de Jesús.


Esta noche cuando estés en tu cama dile a Dios: “Padre, ya lo entendí, ya me cayó el veinte no hay pecado en mí, soy santo como Jesús y por eso puedo tener una relación estrecha y profunda contigo; ¡Ven Dios! Te abro la puerta de mi corazón, para que Tú y yo seamos uno”.

Si Adán nunca hubiera pecado la genética humana no habría cambiado, si Adán no hubiera pecado no habría defectos genéticos, la única diferencia seria que habría algunas personas altas y otras chaparras, unos gordos y otros flacos, unos blancos y otros morenos, pero todos seriamos ¡Iguales, sin defectos! Y si Adán nunca hubiera pecado, hoy, al despertar, te habrías levantado y te habrías mirado al espejo y habrías exclamado: ¡Gloria a Dios! ¡Mira nada más la creación de Dios! ¡Wow Gloria a Dios!. Si Adán no hubiera pecado tú jamás desearías ser como otra persona, nunca te sentirías insatisfecho contigo mismo. Todos estos auto menosprecios, todos estos complejos de inferioridad, todos estos pensamientos de auto condenación, son el resultado del pecado. La noticia es que tú puedes hacer efectivo el intercambio en ti: Pon tu mano sobre Jesús (extiende tu mano y cree que la estás poniendo sobre Él) y confiesa tus pecados, sé específico, sé sincero; traspásale a Jesús todos tus hechos y pensamientos; y después permite que Jesús te traspase su ESTADO y repite estas palabras:


Jesús en este momento sé que todo mi pecado está sobre ti y ahora sé que el Padre me acepta al 100% y que en Él estoy seguro, también sé que no necesito competir para ser como otra persona, Tú me creaste Dios, Tú me amas así. Ahora mírate al espejo y di: ¡GLORIA A DIOS! ¡Mira como me ha hecho Dios! ¡Voy a disfrutar ser yo mismo!


Tu conclusión hasta aquí debe ser: Jesús yo creo lo que Tú crees, Tú crees que no tienes pecado, yo también, Tú crees que eres santo, yo también.


Bienvenido al Reino de Dios!

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